Testimonio de unas manos limpias

“…tu delicada mano silente, por donde entro

Despacio, despacísimo, secretamente en tu vida…”

                              Vicente Aleixandre

                                 Detalle de Los amantes de Teruel del escultor Juan de Ávalos

Al principio observamos semejanzas.

Luego vino el color de la carne,

la textura, el contrapeso próspero.

Salieron voces sumergidas en el aire

y los corazones mostraron sus embustes

enmohecidos, al principio de las manos

que nunca fueron estas manos a flote

sino tulipanes arrancados a la fuerza,

turbantes macilentos acechando

la estrechez del tacto floreciente.

Todo estaba lleno cuando volvimos

a mirarnos enfundados:

landas rubiales y negras landas

en un mestizaje aleteo narrando

los espejos sin historia, sólo el principio

donde el aliento se guisaba para siempre

los demonios del pasado y las briznas

que enturbiarían las uñas del presente…

Entonces nos miramos otra vez,

ensayamos el susto filial y las manos

volvieron otra vez, húmedas de gritar el amor;

las manos de trepar, de reír, de llorar futuro

y el miedo de no ser los mismos…

las manos sin casuales manualidades

para sostener la mirada al frente sin decir

ya nunca más el exculpado adiós.